Declaración firme sobre vacunas contra el COVID-19, comercio, deuda y clima adoptada en una histórica conferencia UNCTAD15
La 15a conferencia cuatrienal de la UNCTAD (UNCTAD15), celebrada del 3 al 7 de octubre, vio un acuerdo adoptado para promover una recuperación económica inclusiva y resistente en los países en desarrollo al tiempo que éstos lidian ante un acceso desigual a las vacunas contra el COVID-19, una crisis de deuda, la emergencia climática y otros desafíos sin precedentes.
La conferencia fue inaugurada en Barbados el 4 de octubre por el secretario general de la ONU, António Guterres, junto con la primera ministra de Barbados, Mia Amor Mottley, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, y la secretaria general de la UNCTAD, Rebeca Grynspan.
Espíritu multilateral y liderazgo
La secretaria general Grynspan elogió a los Estados miembros de la organización por su espíritu multilateral y su liderazgo a la hora de alcanzar un acuerdo y por ofrecer esperanza a los países en desarrollo que luchan por recuperarse de la pandemia del COVID-19 que se cruza con otros desafíos estructurales.
"Hoy somos testigos de un momento sin precedentes para la labor de las Naciones Unidas de utilizar el comercio para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las acciones acordadas en la UNCTAD15 nos permitirán a todos avanzar en una nueva dirección hacia una mayor igualdad, sostenibilidad y resiliencia económica", dijo Grynspan.
El secretario general Guterres, señaló cuatro desafíos evidentes que, de no ser abordados, convertirían cualquier noción de prosperidad para todos en un sueño lejano. "Dificultades de endeudamiento. Sistemas carentes de inversión. Comercio injusto. Y una emergencia climática que deja a los pequeños estados insulares en desarrollo como Barbados en una situación de peligrosa vulnerabilidad", dijo Guterres.
Para hacer frente a la crisis de la deuda, propuso un plan de acción urgente de cuatro puntos. "Sabemos que los presupuestos nacionales se están viendo afectados por el COVID-19, por lo que debemos impulsar una ampliación inmediata de la liquidez para los países más necesitados", dijo.
La primera ministra Mottley instó a la comunidad internacional a tener en cuenta la realidad del mundo en desarrollo y de los pequeños Estados insulares en desarrollo, especialmente su exposición a la crisis climática -que no es fruto de su propia acción-, la necesidad de una mayor financiación para la adaptación a los efectos cada vez más graves del cambio climático y la gestión de la deuda.
El presidente Kenyatta instó a la comunidad mundial a unirse para trabajar por un sistema multilateral funcional. "Ningún gobierno ni organismo multilateral puede hacer frente a las amenazas mundiales por su cuenta", dijo. "Debemos trabajar juntos y de forma solidaria si queremos tener éxito".
Una conferencia histórica en un momento crítico de aumento de las desigualdades
Fue la primera vez que la principal conferencia mundial de la ONU sobre comercio y desarrollo se celebraba en un pequeño Estado insular en desarrollo, en un formato virtual con eventos en Barbados, Ginebra y 16 países en desarrollo, dirigida por mujeres: la secretaria general Grynspan como responsable de la UNCTAD y la primera ministra Mottley, como presidenta de la conferencia. Unos 5.300 participantes se conectaron desde más de 140 países.
Durante los cuatro días que duró la conferencia, líderes mundiales, ministros de comercio, economistas destacados y directores de organismos de la ONU y de las principales instituciones financieras mundiales concordaron en que el impacto económico de la pandemia ha afectado de forma desproporcionada a los países en desarrollo, que ya eran más vulnerables antes de la crisis y que ahora se enfrentan a un camino aún más difícil para la recuperación.
Entre ellos se encontraban el secretario general de la ONU, António Guterres, la secretaria general de la UNCTAD, Rebeca Grynspan, la primera ministra de Barbados y la ministra de finanzas, asuntos económicos e inversión, Mia Amor Mottley, el primer ministro de Antigua y Barbuda, el presidente de la Alianza de Pequeños Estados Insulares y el presidente de la Comunidad del Caribe, Gaston Browne, el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado Quesada, el presidente de Guyana, Mohamed Irfaan Ali, el presidente de la República de Kenia, Uhuru Kenyatta, y el primer ministro de Pakistán, Imran Khan, así como la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, la directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica de la ONU para África, Vera Songwe, la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen, la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, y la directora general de la Organización Mundial del Comercio, Ngozi Okonjo-Iweala.
Intervinieron asimismo la secretaria general de la Commonwealth, Patricia Scotland, la secretaria general de la Comunidad del Caribe, Carla Barnett, el presidente del 76o período de sesiones de la Asamblea General de la ONU y el ministro de asuntos exteriores de Maldivas, Abdulla Shahid, el presidente del Banco Europeo de Inversiones, Werner Hoyer, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver-Carone, el secretario general de la Cámara de Comercio Internacional, John Denton, y la directora ejecutiva de Oxfam Internacional, Gabriela Bucher, ante los participantes de la conferencia.
Grynspan advirtió que las consecuencias económicas de la pandemia suponen una amenaza real de "una década perdida" para los países y comunidades vulnerables. Para evitarlo, es necesario un nuevo modelo de desarrollo con la transformación socioeconómica y la sostenibilidad como su núcleo. También requerirá el fortalecimiento del sistema multilateral y un fuerte compromiso para alcanzar nuevos acuerdos sobre la gobernanza económica mundial, el comercio, la inversión, la deuda, la financiación y la cooperación internacional para hacer frente a los impactos del cambio climático.
El Pacto de Bridgetown
Los 195 Estados miembros de la UNCTAD adoptaron el Pacto de Bridgetown, que traza una hoja de ruta a fin de transformar las economías mediante la diversificación económica, abordar la carga insostenible de la deuda en los países en desarrollo, hacer que las economías sean más sostenibles y resistentes, mejorar la forma de financiar el desarrollo y replantear el funcionamiento del multilateralismo en el futuro.
El pacto destaca las circunstancias sin precedentes en las que se celebró la UNCTAD15, reconociendo tanto el terrible número de víctimas mortales del COVID-19 en todo el mundo, como los millones de personas que han sido empujadas hacia la pobreza extrema por la pandemia y las desigualdades que subyacen dentro de países en desarrollo y entre ellos.
Subraya la necesidad de revigorizar y revitalizar el mecanismo intergubernamental de la UNCTAD, reconociendo el papel de la ONU como el foro apropiado para el diálogo multilateral sobre el desarrollo sostenible gracias a su composición universal y su compromiso para situar el desarrollo sostenible al centro de todo proceso, a nivel multilateral, regional y bilateral.
El Pacto de Bridgetown destaca el deseo de los Estados miembros de ver reforzado el papel de la UNCTAD como importante foro intergubernamental para la creación de consenso sobre comercio y desarrollo.
También reconoce el papel clave de la UNCTAD en cuestiones relacionadas con el comercio ilícito y los flujos financieros ilícitos y traza algunas vías para abordar la vulnerabilidad a la deuda.
El documento esboza igualmente las dimensiones políticas de cuestiones como la cooperación fiscal vinculada a la lucha contra los flujos financieros ilícitos y la garantía de que las medidas internacionales sobre transparencia fiscal, lucha contra el blanqueo de dinero y lucha contra la financiación del terrorismo se apliquen de forma no discriminatoria, justa y equilibrada. Los Estados miembros prevén que la UNCTAD desempeñe un papel en la lucha contra estos problemas.
Una declaración política
Los Estados miembros también adoptaron la declaración política de la UNCTAD15, conocida como el Espíritu de Speightstown, preparada bajo la responsabilidad del Gobierno de Barbados. En ella se señala que "la plena recuperación mundial no será posible sin una mayor cooperación internacional y hasta que la pandemia retroceda en todos y cada uno de los países".
La declaración afirma que la crisis mundial ofrece a los países la oportunidad de redoblar sus esfuerzos para pasar de la desigualdad y la vulnerabilidad existentes a la prosperidad para todos. Advierte que seguir como hasta ahora no permitirá que la economía mundial se recupere, ni que se evite una mayor degradación del medio ambiente, ni que se garantice que todas las personas puedan vivir con dignidad y, mucho menos que el desarrollo siga por el buen camino.